Con total sinceridad puedo decir que la práctica de LPF ha supuesto en mi vida personal y profesional un antes y un después.
Comencé la formación Low Pressure Fitness hace ya 3 años largosy progresivamente los fui introduciendo en mi vida cotidiana como parte de una rutina diaria. Recuerdo los dos primeros meses que me lo tomaba como una obligación, me costaba sudores mantener los principios posturales durante varias respiraciones seguidas, a medida que practicaba era consciente de lo “abandonado” y “maltratado” que había tenido el cuerpo este tiempo atrás, que era incapaz de permanecer varios minutos en una postura correcta y activa a la vez.
La perseverancia fue mi aliada en esos duros inicios y rápidamente comencé a notar en mi cuerpo los cambios. Me sorprendí en muchas ocasiones y sin tener conciencia de ello: ejerciendo mi trabajo (soy fisioterapeuta) en una correcta postura, me sorprendí sentada en una silla sin respaldo y con la espalda totalmente recta y confortable a la vez, me sorprendí llegando a casa después de un largo día de trabajo y no decir “buffff…cómo me duele la espalda”, me sorprendí como tras llegar un estornudo repentino e inesperado sucedía “algo” en la musculatura abdominal y del suelo pélvico que impedía que se me escapase la orina, me sorprendí flexionando las caderas un día y otro día y mis dedos tocar el suelo, casi las palmas tocando el suelo…cuando ni recordaba la última vez que llegué con las manos al suelo sin flexionar las rodillas.
Me sorprendí también, como después de tiempo practicando LPF de manera habitual el cuerpo demandaba más ejercicio. He de decir que nunca he sido deportista, sí una mujer activa, pero sólo en contadas ocasiones he dedicado parte de mi tiempo libre a hacer ejercicio, sin embargo, tengo que reconocer, que en mi caso, LPF me ha dado la llave adecuada para abrirle la puerta al ejercicio físico.
Respecto a la experiencia profesional no puedo estar más contenta. Los comienzos fueron cautos. Nunca había dado clases de nada y para afianzar conocimientos y sentirme segura con lo que quería enseñar comencé haciendo entrenamientos individuales. La experiencia fue dándome confianza y me atreví con pequeños grupos de 4 y 5 personas. Éste es mi segundo año de clases grupales de LPF. Cada día me desenvuelvo mejor, con firmeza y seguridad. La evolución de mis alumnos, sus progresos, sus mejoras, su constancia… todo eso me impulsa y me hace crecer como profesional.
LPF ha supuesto en mí una transformación a nivel personal y a nivel profesional. Un porcentaje alto de mi trabajo consiste ahora en dar a conocer la técnica y dar clases cada vez a más personas que se interesan por este tipo de entrenamiento.
En resumen, puedo decir que LPF ha marcado un ANTES y un DESPUÉS, y ha sido y es LA LLAVE que ha abierto y abre la puerta del DEPORTE en mi vida.
Natalia Asensio Rico
LPF-CT